Los últimos días hemos sido testigo de la grave situación en Honduras y nuestra Presidenta se ha auto-ungido como la vocera de la democracia americana.
Me gustaría haber visto la misma decisión y condena a lo sucedido con la colega de Bachelet, la doctora cubana HILDA MOLINA. Nuestra presidente, autonombrada defensora de los DD.HH. en toda América, olvidó que toda obra se construye desde los cimientos y nunca desde el último piso; los cimientos en este caso lo constituye el hecho de ayudar a personas individuales, que pisoteadas por dictaduras como la de Castro, ven coartadas las libertades más básicas, como el derecho de desplazarse a donde uno quiera y por el motivo que sea.
Por palabras de la misma Doctora Molina, se sabe que la primera petición a Bachelet para que intercediera ante el dictador Fidel Castro y le permitiera salir de la isla para reunirse con su familia en Argentina, data del año 2006, es decir el primer año de gobierno de nuestra doctora presidenta. La respuesta de Bachelet ha sido siempre la misma, es decir NINGUNA. Sería muy extenso entregar los detalles de la situación personal de la Dra. Molina, pero sólo mencionaré que había motivos humanitarios suficientes para su petición, es decir, los mismos con los que ha hecho espumarajo en la boca nuestra doctora presidenta en relación a la situación que afectó a su familia, después del 11 de Septiembre de 1973.
Es ésta insensible mujer (Bachelet), la que ha convencido a todo un país que su persona es la misma reencarnación de la divinidad, es la misma que hizo todo lo posible al comienzo de su gobierno para que el orden público fuese perturbado, al límite de tener la mayor cantidad de Carabineros muertos y heridos en democracia, es la misma que implementó el Transanlagos pese a las evidentes señales que no estaba en condiciones de hacerse, es la misma que le hizo perder al país casi un año en materia de educación cuando se empeñó en defender a su comadre Yasna Provoste, etc, etc.
Finalmente la Dra. Molina logró salir de su país, la Democrática Cuba, gracias a que el viejo Dictador ya está en los cuarteles de invierno y su hermano, Raúl, en un gesto destacable, le permitió ir a encontrarse con su familia en Argentina.
Al final, ni Bachelet, ni Chávez ni Correa ni Evo ni el matrimonio Kirchner lograron que su padre putativo, el sangriento Dictador Castro, cediera y por el contrario, demostraron que pese a haber pasado varios años del siglo XXI, siguen cayendo de hinojos ante figuras que la humanidad había dejado de admirar, al menos el mundo occidental.