La lógica indica que no debiera ser prudente tener amas de fuego en poder de particulares, pero la lógica se basa en el supuesto que se esta viviendo en una sociedad donde las normas legales son respetadas y el Estado vela porque el estricto cumplimiento de las leyes sea efectivamente acatado por todos los ciudadanos.
En Chile estamos frente a un fenómeno muy distinto; por años, los iluminados de la Concertación han creado todas las condiciones para que el lúmpen y la delincuencia mantengan en jaque a toda la población. Ciudades alejadas de la Capital como Punta Arenas, que por años vivieron ajenas a este flagelo social, hoy se ven afectadas como cualquier otra ciudad en el resto del país.
Por si fuera poco, las dos policías han visto reducidos dramáticamente sus atribuciones frente a la delincuencia dura que hoy afecta a Chile; Los recientes casos de asesinatos de Carabineros en el cumplimiento de sus deberes, son el fiel reflejo de lo que menciono.
En medio de todo este caos, la ciudadanía se siente indefensa frente a desalmados que no tienen el más mínimo miramiento de disparar a hombres, mujeres y niños incluso, como ocurrió en un Hospital de Coquimbo, entrar a punta de balazos con el objeto de rescatar a un peligroso hampón que estaba siendo atendido en ese centro asistencial.
Las estadísticas oficiales no pueden ocultar el hecho que existen barrios en Santiago y otras ciudades donde las Policías temen entrar y cuando lo hacen es a través de operativos donde ingresan 100 o 200 efectivos fuertemente armados. Ni que decir de los sectores que son reductos de los traficantes de drogas, quienes se hacen proteger por sus “soldados”, normalmente jóvenes dispuestos a todo con el objeto de poder obtener la droga necesaria para saciar sus vicios.
Lo que he expresado pudiera parecer la opinión de un pesimista, pero lamentablemente esta sucediendo en Chile, en nuestros barrios y calles; sea realidad o sólo la percepción de mucha gente, la delincuencia le esta ganando la batalla a nuestra sociedad hace mucho tiempo, y para mucha gente sólo le esta quedando el expediente de la autodefensa, la forma más básica en la protección de los pueblos, tal como sucedió contra los Gobiernos autoritarios, dictaduras, invasiones etc.
Los discursos del Gobierno y las palabras de buena crianza de las máximas autoridades de las Policías nunca van a suplir a la firmeza con que los Estados deben defender a sus ciudadanos honestos y decentes, y cuando eso no ocurre, no queda otra solución que adoptar medidas más serias; nadie dice que en este actitud asumida muchos inocentes no saldrán heridos o quizás muertos, pero sin duda alguna los delincuentes van a recibir un mensaje mucho más fuerte que el de las autoridades, un mensaje que dice, “Hasta aquí llegamos, cueste lo que cueste, si vienen por lana van a salir trasquilados”.
Un buen ejemplo de la impunidad y el desorden y anarquía popular lo vamos a vivir los próximos días, con ocasión de un aniversario más del día del joven delincuente, donde el uso de armas por parte del lúmpen va a ser masivo y los Carabineros, como ha sido la tónica durante la Concertación, tendrán que parapetarse detrás de vehículos o paredes, y al término de esa maldita jornada es muy seguro que tendremos que lamentar la muerte de alguno de ellos, y conoceremos acerca de los muchos heridos que quedarán, algunos a bala, otros quemados y buen número que serán golpeados o alcanzados por piedras.
En Chile estamos frente a un fenómeno muy distinto; por años, los iluminados de la Concertación han creado todas las condiciones para que el lúmpen y la delincuencia mantengan en jaque a toda la población. Ciudades alejadas de la Capital como Punta Arenas, que por años vivieron ajenas a este flagelo social, hoy se ven afectadas como cualquier otra ciudad en el resto del país.
Por si fuera poco, las dos policías han visto reducidos dramáticamente sus atribuciones frente a la delincuencia dura que hoy afecta a Chile; Los recientes casos de asesinatos de Carabineros en el cumplimiento de sus deberes, son el fiel reflejo de lo que menciono.
En medio de todo este caos, la ciudadanía se siente indefensa frente a desalmados que no tienen el más mínimo miramiento de disparar a hombres, mujeres y niños incluso, como ocurrió en un Hospital de Coquimbo, entrar a punta de balazos con el objeto de rescatar a un peligroso hampón que estaba siendo atendido en ese centro asistencial.
Las estadísticas oficiales no pueden ocultar el hecho que existen barrios en Santiago y otras ciudades donde las Policías temen entrar y cuando lo hacen es a través de operativos donde ingresan 100 o 200 efectivos fuertemente armados. Ni que decir de los sectores que son reductos de los traficantes de drogas, quienes se hacen proteger por sus “soldados”, normalmente jóvenes dispuestos a todo con el objeto de poder obtener la droga necesaria para saciar sus vicios.
Lo que he expresado pudiera parecer la opinión de un pesimista, pero lamentablemente esta sucediendo en Chile, en nuestros barrios y calles; sea realidad o sólo la percepción de mucha gente, la delincuencia le esta ganando la batalla a nuestra sociedad hace mucho tiempo, y para mucha gente sólo le esta quedando el expediente de la autodefensa, la forma más básica en la protección de los pueblos, tal como sucedió contra los Gobiernos autoritarios, dictaduras, invasiones etc.
Los discursos del Gobierno y las palabras de buena crianza de las máximas autoridades de las Policías nunca van a suplir a la firmeza con que los Estados deben defender a sus ciudadanos honestos y decentes, y cuando eso no ocurre, no queda otra solución que adoptar medidas más serias; nadie dice que en este actitud asumida muchos inocentes no saldrán heridos o quizás muertos, pero sin duda alguna los delincuentes van a recibir un mensaje mucho más fuerte que el de las autoridades, un mensaje que dice, “Hasta aquí llegamos, cueste lo que cueste, si vienen por lana van a salir trasquilados”.
Un buen ejemplo de la impunidad y el desorden y anarquía popular lo vamos a vivir los próximos días, con ocasión de un aniversario más del día del joven delincuente, donde el uso de armas por parte del lúmpen va a ser masivo y los Carabineros, como ha sido la tónica durante la Concertación, tendrán que parapetarse detrás de vehículos o paredes, y al término de esa maldita jornada es muy seguro que tendremos que lamentar la muerte de alguno de ellos, y conoceremos acerca de los muchos heridos que quedarán, algunos a bala, otros quemados y buen número que serán golpeados o alcanzados por piedras.
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