Quizás las visiones extremas respecto a las distintas situaciones de la vida nacional no sean las más adecuadas, sobre todo cuando se trata del destino de una gran organización. Pese a lo anterior, el episodio ocurrido respecto a la desatinada actuación del senador Girardi deja en el tapete una razonable duda relativa a la real independencia operativa de Carabineros de Chile.
La comedia de equivocaciones que la ciudadanía ha visto no resiste análisis y más bien se presta para que muchos pensemos que lo resuelto inicialmente, tanto por la Subsecretaria Javiera Blanco como por el alto mando de Carabineros, respondió más a una presión política que a un legítimo reclamo por un supuesto maltrato.
Las explicaciones con tufillo a mentiras todavía están dando vueltas en el aire y la credibilidad de la subsecretaria se ha visto disminuida, ya que la opinión pública ha observado pasmada como un político abusó de su poder y llegada con el Gobierno con un afán de venganza, contra dos Carabineros de baja graduación, que inicialmente fueron lanzados al ruedo con la finalidad de que el público asistente gozará con la sangre de las víctimas.
Por todo lo anterior no es extremo pensar y analizar seriamente cuan conveniente es en este momento y con la actual mentalidad de quienes forman parte del poder político, que Carabineros sea traspasado a un ministerio eminentemente político y muy allegado a la función de propaganda del gobierno de turno.
Todo lo que acabamos de ver en el episodio Girardi-Carabineros, no es nuevo y sucede desde siempre, y antes que ocurriera con Carabineros de Chile, pasaba con el Cuerpo de Carabineros, con las policías fiscales, las municipales etc., por lo que estos excesos están en el ADN de nuestra Clase política y en general, en quienes poseen poder económico, social, militar, etc.
Existen muchos opinólogos y comentaristas de la realidad nacional que han expresado en forma permanente, informaciones provenientes de la misma policía uniformada, obviamente a través de integrantes que en forma reservada traspasan sus experiencias, y en la mayoría de ellas se repite un factor común y es que la mano política se ha sobrepuesto a la operativa y legal en muchas ocasiones, y no me refiero a dejar sin efecto un parte y permitirle la entrada a un evento al amigo o conocido de alguien, aquí nos estamos refiriendo a situaciones de mayor gravedad, como el combate al narcotráfico, el control de desmanes públicos, la represión a ala delincuencia, etc, etc.
No hay que olvidar que antes del Gobierno Militar y quizás después de él también, las opiniones y comentarios de gobernadores, alcaldes, regidores, intendentes, etc, en referencia a tal o cual oficial, llegaban a tener nefastas consecuencias en sus carreras o en sus hojas de vida, sin importar que ese funcionario haya sido un buen Carabinero, hecho que lo queramos o no condicionaba y quizás condiciona aún la actuación de dichos Oficiales y por ende, de las unidades a su mando.
En consecuencia, mientras ese tipo de vicios no se terminen y el alto mando de Carabineros no sea tan permeable o vulnerable a la acción política, no se va a lograr el beneficio que se busca al traspasar la dependencia de Carabineros a un ministerio político como el del Interior, y por el contrario, es muy posible que la opinión pública y la ciudadanía seamos testigos como un cuerpo policial profesional, vuelva a tener un carácter político y pro gobierno de turno, en desmedro de su real función, que es proteger a todos los Chilenos por igual.
La comedia de equivocaciones que la ciudadanía ha visto no resiste análisis y más bien se presta para que muchos pensemos que lo resuelto inicialmente, tanto por la Subsecretaria Javiera Blanco como por el alto mando de Carabineros, respondió más a una presión política que a un legítimo reclamo por un supuesto maltrato.
Las explicaciones con tufillo a mentiras todavía están dando vueltas en el aire y la credibilidad de la subsecretaria se ha visto disminuida, ya que la opinión pública ha observado pasmada como un político abusó de su poder y llegada con el Gobierno con un afán de venganza, contra dos Carabineros de baja graduación, que inicialmente fueron lanzados al ruedo con la finalidad de que el público asistente gozará con la sangre de las víctimas.
Por todo lo anterior no es extremo pensar y analizar seriamente cuan conveniente es en este momento y con la actual mentalidad de quienes forman parte del poder político, que Carabineros sea traspasado a un ministerio eminentemente político y muy allegado a la función de propaganda del gobierno de turno.
Todo lo que acabamos de ver en el episodio Girardi-Carabineros, no es nuevo y sucede desde siempre, y antes que ocurriera con Carabineros de Chile, pasaba con el Cuerpo de Carabineros, con las policías fiscales, las municipales etc., por lo que estos excesos están en el ADN de nuestra Clase política y en general, en quienes poseen poder económico, social, militar, etc.
Existen muchos opinólogos y comentaristas de la realidad nacional que han expresado en forma permanente, informaciones provenientes de la misma policía uniformada, obviamente a través de integrantes que en forma reservada traspasan sus experiencias, y en la mayoría de ellas se repite un factor común y es que la mano política se ha sobrepuesto a la operativa y legal en muchas ocasiones, y no me refiero a dejar sin efecto un parte y permitirle la entrada a un evento al amigo o conocido de alguien, aquí nos estamos refiriendo a situaciones de mayor gravedad, como el combate al narcotráfico, el control de desmanes públicos, la represión a ala delincuencia, etc, etc.
No hay que olvidar que antes del Gobierno Militar y quizás después de él también, las opiniones y comentarios de gobernadores, alcaldes, regidores, intendentes, etc, en referencia a tal o cual oficial, llegaban a tener nefastas consecuencias en sus carreras o en sus hojas de vida, sin importar que ese funcionario haya sido un buen Carabinero, hecho que lo queramos o no condicionaba y quizás condiciona aún la actuación de dichos Oficiales y por ende, de las unidades a su mando.
En consecuencia, mientras ese tipo de vicios no se terminen y el alto mando de Carabineros no sea tan permeable o vulnerable a la acción política, no se va a lograr el beneficio que se busca al traspasar la dependencia de Carabineros a un ministerio político como el del Interior, y por el contrario, es muy posible que la opinión pública y la ciudadanía seamos testigos como un cuerpo policial profesional, vuelva a tener un carácter político y pro gobierno de turno, en desmedro de su real función, que es proteger a todos los Chilenos por igual.